Una instalación de energía solar térmica concentra y acumula el calor del Sol en unos paneles llamados colectores. En el interior del colector existe un circuito cerrado (circuito primario) por el cual discurre un fluido con anticongelante. Este líquido, que alcanza temperaturas superiores a 100ºC, se hace circular, siempre en circuito cerrado, hasta el interior de un depósito llamado acumulador. Este tubo, que adquiere forma de serpentín, entra en contacto directo con el agua que contiene y que posteriormente usaremos para uso doméstico (circuito secundario).
Todo este proceso es controlado por un dispositivo electrónico central llamado central de control. Este dispositivo se encarga de automatizar y coordinar la circulación del agua del circuito primario cuando es necesario mayor aportación térmica, controlando la temperatura de los colectores y garantizando la seguridad el sistema.